Si la vida tiene muerte y la historia, presente, Susi Brandstadter podría ser gran ejemplo de ello. Con 76 años de vida esta traductora de alemán y francés, se convirtió en una mujer que da batalla a la muerte y a la desmemoria a través de sus palabras.
En su libro Detrás de las Sombras, que recopila historias de salvadores de la Segunda Guerra Mundial, se nota claramente su cercanía con el Holocausto.
Nací en Austria, como Hitler, así que sí. Tuve que venir a la Argentina con mis padres, pero mi tía y primas no quisieron y murieron en Auschwitz. De hecho, me acuerdo de los inicios: la portera de mi casa le dijo a mi mamá que ella iba a ir la plaza con su hijo porque hablaba Hitler y que me quería llevar. Mi madre no podía decirle que no, porque el rol de los porteros era muy significativo; eran como los alcahuetes y podían llegar a entregarte. Entonces, fui a la plaza y lo escuché hablar por altoparlante, pero no lo vi. Cuando volví a mi casa estaba tan extasiada que, de hecho, le decía a mi mamá que yo quería un uniforme. Pero, claro, tenía seis años.
¿Qué recuerda de Viena?
Una de las memorias que tengo más presente es mi casa: mi padre había amoblado dos departamentos y mi pieza la había hecho un arquitecto. Toda absolutamente decorada y a medida: era de ensueño. Además, recuerdo cuando estuvimos en la Embajada argentina, en donde había muchas personas esperando a que le entregasen ese miserable papelito que salvaba vidas. Como nosotros teníamos un familiar que vivía en Argentina, no tuvimos problemas. Pero todo era angustia, incluso el traslado. Como viajábamos en primera, había que vestir de gala todas las noches, ¡y ni siquiera sabíamos si íbamos a poder comer al día siguiente! Iba a tercera todos los días y le llevaba fruta a la parte de mi familia que viajaba ahí y a los demás. Como era chiquita me dejaban pasar sin problema.
Teniendo tanta complejidad en su vida desde tan chica, ¿la literatura funcionaba como una especie de escape?
Claro, además mi madre siempre me estimuló mucho, me compraba libros y le pagaba a un hombre que era una eminencia de la literatura quien, incluso, me siguió enseñando en momentos en los que no podía pagarle.
¿Qué libros le gustan?
Uno de mis favoritos es La Guerra y la Paz, de Tolstoi, pero también me gustan mucho Kafka y Auster. De hecho soy muy literaria, porque me fascinan las películas intimistas donde el dialogo tiene un significado, como en el cine europeo. Aunque me recibí de psicóloga social con una tesis sobre el film Interiores, de Woody Allen, que es estadounidense.
Su primer libro, La Búsqueda del Pájaro Azul, es la historia de su hijo fallecido. Sus textos están siempre entre la vida y la muerte.
Es cierto. Trata de mi hijo, pero en la época de sus 18 años, en la que fue voluntario en la guerra de Iom Kipur, en Israel. Necesitaba escribir algo para hacer esa catarsis, pero nunca pensé en publicar, se dio como algo natural que dio sus frutos.
¿Qué significa Israel en su vida?
Si digo que tengo seis nietos y los lleve a todos a conocer Israel, ¿sirve? De hecho, habré ido alrededor de unas 10 veces. Es un lugar impresionante, algo muy especial en nuestra vida.
¿Y el amor?
Con mi marido nos conocimos a los 17 años en un concierto en Buenos Aires y los dos éramos de Europa: de Alemania y de Austria. Hace 55 años que estoy con él, creo que eso dice mucho.
7 de julio de 2008
La mujer que a la vida se asoma
Etiquetas:
entrevista
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