3 de diciembre de 2008

(...)
¡Y qué ridículo que eres, L'amour,
paseando elegante,
sonriente, confundido, solitario,
bajo
los efectos de un exquisito vino francés
que no te sirve
para acordarte de las uvas,
de la transpiración, del fuego,
de la sangre
que urge,
siempre!

(en Amor Devorando, de Don Genaro. Un librito excéntricamente cortazariano que le compré una vez a su propio autor).

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