17 de julio de 2008

La Bonaerense

Como ella dice: "Este blog fue creado para compartir mi experiencia como docente en zonas marginales de la Provincia de Buenos Aires", y así lo hace. Una mujer increíble, con una fuerza de espíritu envidiable, de la cual aprender. Su blog no sólo refleja la crudeza de una de las caras de Argentina, sino que muestra que el cambio es posible, que se necesita mucho menos de lo que creemos. Señoras y señores, La Bonaerense:

El viernes hubo paro de auxiliares, o sea, la escuela se queda sin gente para cocinar y limpiar. ¡Escenario perfecto para suspender las clases!
Las maestras saltaban en una pata. En una de mis escuelas, la directora decidió llevar a cabo la jornada normalmente, permitiendo que algunas mamás que quisieran ayudar, se encargaran de cocinar algo sencillo y limpiar los baños para que los chicos no perdieran un día de clases. Pero claro, se encontró con la negativa de un grupo de docentes sin sentido de la dignidad, que, sin rodeos, abiertamente, expresaron su ira cortando la luz a escondidas.
Sí. Ellas ya habían preparado todo el jueves por la tarde: le dijeron a los chicos que no habría clases y les pidieron expresamente que se quedaran en casa.
Pero el viernes temprano, la directora estaba ahí, la puerta abierta y las maestras decidieron hacer la “travesura”. Luego de unos minutos sin luz, la directora pidió ayuda a un papá, el cual se encargó de solucionar el problema, y las maestras, quejándose, alentaban a los chicos que iban entrando a que volvieran a su casa, todo esto sin ningún tipo de pudor, delante de la directora y de los padres.
El día transcurrió normalmente pero con pocos chicos, sólo vinieron los que no faltan nunca: Luz y David, por ejemplo. Porque para ellos la escuela es la mejor parte de su día, el lugar donde se sienten queridos y atendidos, sin caos, sin frío. Donde pueden comer todos los días, donde tienen su espacio.
¿Por qué se lo vamos a negar?
Yo recibí a mis chiquitos con un abrazo fuerte, David me dijo: -Qué bueno que hay clases, ¿no?
Yo recordé que cuando era chica, un día sin clases era divertido. Me sentí triste por ellos, pero más triste por mis compañeras, que piensan que su tarea es tan irrelevante que un día sin llevarla a cabo no le hace mal a nadie.

1 comentario:

Sebastián dijo...

Bien por la directora aun así tristemente la escuela ocupa un lugar que no debería.