Niños para el Führer
Hitler con la hija del ministro Göbbels
El libro del historiador alemán Volker Koop ha destapado una actividad del régimen nazi de la que había rumores y grandes indicios, pero no plena constancia. Se trata del proyecto de una secreta, llamada Lebensborn (Fuentes de Vida), del que formaban parte miembros de las SS, que se dedicaba al robo de niños extranjeros con el propósito de someterlos a un proceso de germanización. De esta forma se combatía el problema de la escasa natalidad y se fortalecía el crecimiento de la raza aria.
El autor ha desengranado los detalles más escabrosos de Lebensborn en un libro con el título Enviar un niño al Führer. Koop revela que a los menores, procedentes de países de este (sobre todo de Polonia con más de 100.000 secuestrados) e hijos de las víctimas de los nazis, les aplicaban un particular método de selección racial.
A los que eran arios se le hacía certificados de nacimiento falsos y los enviaban a un orfanato en muy buenas condiciones. Después les buscaban padres adoptivos con recursos económicos para que les transmitieran los valores del nacionalsocialismo.
Los que no presentaban el aspecto físico de la "raza superior" eran esterilizados y trasladados a campos de concentración.
Cantera nazi
Los nazis buscaban de esta forma rejuvenecer la nación para incorporar más adelante a sus filas a los niños capturados. El máximo Jefe de las SS, Heinrich Himmler, impulsor del proyecto, alertaba en 1940 del peligro que correría Alemania si no lograba incrementar su natalidad. "Hay que acabar con esa epidemia del aborto -dijo- sin la cual nacerían cada año 600.000 niños más lo que corresponde a 18 o 20 regimientos militares".
Era tal la fe de esta organización en criar una cantera joven para sus futuros intereses que además disponía de residencias para mujeres solteras a las que se les encomendaba la tarea de reproducir. Seleccionadas con cuidado y adoctrinadas, se dejaban fecundar por jóvenes arios, algunos de ellos de las SS, como servicio a la patria.
Las mujeres, podían vivir con sus hijos en esos centros provistos de todas las comodidades (hasta sala de bautizo) con otras madres en las mismas circunstancias.
Los miembros de Lebesborn no murieron en la guerra y los aliados nunca les juzgaron por sus actividades a pesar de las evidencias que había del secuestro y esterilización de niños.
Nota original acá.
21 de abril de 2008
¡Con los chicos no!
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